Otto Frank, nació el 12 de mayo de 1889 en Franckfort del Meno (Alemania) y murió el 19 de agosto de 1980 en Birsfelden (Suiza).
Fue un hombre judío alemán que se casó con Edith y tuvieron dos hijas; Ana y Margot.
Otto Frank sirvió al Ejército alemán en el frente Oeste durante la Primera Guerra Mundial y en 1915 llegó a teniente. Recibió la condecoración de la Cruz de Hierro.
En 1933, tuvo que emigrar con su familia a Ámsterdam, ya que Hitler llegó al poder. Allí montó su empresa Opekta. Al entrar los alemanes en Holanda, él junto a su familia se esconden en la buhardilla del almacén de la empresa. El 4 de agosto de 1944, la Gestapo descubre a la familia Frank y los detiene. Fueron deportados al campo de concentración de Westerbork y más tarde al de Auschvitz.
Otto fue el único sobreviviente de su familia. Fue liberado en Auschvitz el 27 de enero de 1945. Fue repatriado a Holanda en junio de 1945, y se encontró con personas que le ayudaron como Miep Gies. Investigó sobre los sobrevivientes de las listas de la Cruz Roja, para encontrar a su familia, y vió que su mujer Edith había muerto. Más tarde, recibe una carta de una niña holandesa que estuvo con sus hijas y le contaba que habían muerto.
Otto Frank, publicó el Diario de Ana Frank en su memoria.
Entrevista a Otto Frank:
A Otto Frank, el padre de Ana, no le resulta nada fácil visitar Ámsterdam. Ya no pasa tan a manudo por la casa de atrás, convertida en una referencia para millones de personas de todo el mundo, aunque reconoce que le atrae y le provoca rechazo al mismo tiempo. Le emociona, y eso se entiende. El hecho de visitarla no obstante de vez en cuando, denota su carácter, ilustra su amor por la labor realizada por la Casa de Ana Frank y demuestra hasta qué punto se siente identificado con la casa en la que estuvo escondido alrededor de dos años junto con su familia y otras personas.
Marcha triunfal
Este verano, el 12 de junio, se cumple medio siglo del nacimiento de Ana Frank en Alemania. Tenía pocos años cuando sus padres percibieron las señales de los tiempos que corrían y emigraron con su hermana mayor, Margot, a Holanda, considerada segura y neutral. El padre, Otto Frank, tuvo que levantar una empresa de cero. Sin embargo, más importante que la empresa fue su presentimiento del peligro inminente.
Después de la pimera redada, en febrero de 1941, comprendió que había comenzado la lucha por la supervivencia. Sabía lo que vendría. Ya había visto antes cómo trabajaban los nazis, y empezó a planificar su paso a la clandestinidad. Como ya saben millones de personas alrededor del mundo, Otto Frank es el único integrante de la familia que sobrevivió a la catástrofe. En mayo de este año cumplirá los noventa años. Ha sobrevivido a su hija menor en casi 35 años y ha sido testigo de la marcha triunfal que el diario que Ana escribió en sus horas secretas ha realizado por todo el mundo. De cómo millones de ejemplares en más de cincuenta países alrededor del mundo todavía se leen, por así decirlo, a diario. Tres años antes de que recorriera el mundo la película, la obra de teatro fue un suceso impresionante. La obra obtuvo el premio Pulitzer. En cuanto a la película, Shelley Winters fue galardonada con un Oscar por su interpretación del personaje de la señora Van Daan. La película sigue proyectándose de vez en cuando. El año pasado la pasaron incluso por la televisión holandesa. Tanto la obra de teatro como la película se presentaron a sala llena repetidas veces.
Por sentimentalismo, por sensacionalismo, por sentimiento de culpa... ¿quién sondeará las emociones que impulsaron a las decenas de miles de espectadores?
Mensaje universal
Cabe establecer que el Diario de Ana es más que la historia de una adolescente. Es la expresión de una esperanza atávica, un deseo judío de alcanzar lo bueno, lo verdadero, lo auténtico, lo hermoso. Se trata de un mensaje universal. Basta escuchar estas palabras: «Es un milagro que todavía no haya renunciado a todas mis esperanzas, porque parecen absurdas e irrealizables. Sin embargo, sigo aferrándome a ellas, pese a todo, porque sigo creyendo en la bondad interna de los hombres. Me es absolutamente imposible construir cualquier cosa sobre la base de la muerte, la desgracia y la confusión. Veo cómo el mundo se va convirtiendo poco a poco en un desierto, oigo cada vez más fuerte el trueno que se avecina y que nos matará, comparto el dolor de millones de personas, y sin embargo, cuando me pongo a mirar el cielo, pienso que todo cambiará para bien, que esta crueldad también acabará, que la paz y la tranquilidad volverán a reinar en el orden mundial. Mientras tanto tendré que mantener bien altos mis ideales, tal vez en los tiempos venideros aún se puedan llevar a la práctica...»
Cientos de cartas
Para quienes conocen el diario, no tengo mucho que añadir. Es un testamento universal y de actualidad. Así también opina Otto Frank del libro que su hija legó al mundo. Pero aparte de eso, él también ha hecho algo con el diario, pasando a ser el centro de una red de correspondencia internacional. Cientos de cartas, procedentes de todos los países y de personas de todas las edades, le llegan año a año, desde hace ya varias décadas. Cartas de personas jóvenes que quieren ser como Ana. Cartas de niños y niñas en situaciones difíciles, a quienes el diario infunde ánimo. Y también cartas de personas mayores, que se dirigen a Otto Frank para ofrecerle su apoyo, ayuda o solidaridad.
El señor Frank conserva celosamente muchos secretos, y con razón, pero accede a contarme alguna historia. Por ejemplo, la de la muchacha rumana desesperada, a la que no autorizaban a abandonar el país para casarse con su novio alemán. Otto Frank le escribió al presidente rumano y le señaló los pensamientos que Ana Frank dedica en su diario a la bondad, la belleza y el amor. La muchacha rumana obtuvo un visado para emigrar y pudo casarse así con su prometido alemán.
Luego está la historia de la muchacha griega que había aprendido francés para poder cartearse con el señor Frank. Éste la visitó una vez destituida en Grecia la junta militar, dando origen a una amistad de por vida. O la historia de una señora australiana, tan deseaosa de conocerle que le comunicó que viajaría a Ámsterdam en barco, porque no le agradaba volar. Un buen día se presentó en la Casa de Ana Frank una anciana de 81 años, y allí la recibió Otto Frank. Después de unos días, la australiana emprendió el viaje de regreso. En barco.
Estas historias llevan repitiéndose desde hace años, día tras día. Conserva la gran cantidad de cartas con mucho celo, pues forman parte del patrimonio de Ana. La señora Frank, con quien lleva casado más de un cuarto de siglo, le asiste fielmente en su labor. Es una mujer admirable y valerosa, que se identifica completamente con esta historia y de quien cabe afirmar que la vida y el Diario de Ana se han convertido también en su propia vida y su propio diario. La señora Frank fue deportada a Auschwitz durante la guerra junto con su esposo de entonces y sus dos hijos. Regresó a Ámsterdam acompañada de su hija, que había conocido a Ana. En el mismo traslado regresaba Otto Frank. El esposo y el hijo de la señora Frank fallecieron en el campo de concentración.
Lucha
Cabe mencionar más aspectos de la vida de Otto Frank. Así, por ejemplo, debe librar una batalla casi continua contra quienes atacan el diario. Los neonazis en Alemania, que llevan años intentando demostrar que el diario es falso. El primer juicio al respecto se celebró en 1961.Además, están los integrantes del Frente Nacional en Inglaterra y los fascistas en Francia y Suecia, que no escatiman esfuerzos para difamar el diario y calumniar a Otto Frank. Los reiterados litigios resultan agotadores y representan a veces una pesada carga emocional. Los señores abogados nazis se toman su tiempo y solicitan a veces clemencia para sus ancianos defendidos, como si para el señor Frank los años no contaran. Los juicios deben seguir adelante, para que nadie pueda continuar difundiendo mentiras impunemente. Por otro lado, está la labor de la Fundación Ana Frank, de Ámsterdam. Más de 300.000 visitantes procedentes de todas partes del mundo suben todos los años las escaleras de la Casa de Ana Frank. La marea no se detiene, sino más bien todo lo contrario: se incrementa. La casa de atrás es un centro de lucha contra el racismo, el fascismo, el antisemitismo y el antizionismo.Desde allí emanan impulsos rumbo a todo el mundo, teniendo presente las palabras de Ana Frank de que «tal vez en los tiempos venideros mis ideales aún puedan llevarse a la práctica...». ¿Qué opina Otto Frank de las cuestiones y problemas de hoy y del mañana? Le formulé algunas preguntas.
¿Cuál es el mensaje de Ana para nuestra época?
«Aparte de un "documento humano", el diario de Ana es un monumento a la persecución de personas inocentes por motivo de su raza o religión, e incita a la lucha contra los prejuicios y la discriminación. Otro aspecto de actualidad se manifiesta en la carta de Ana del 3 de mayo de 1944, en la que escribe sobre la guerra y se confiesa amante de la paz. Ana aboga por un mayor entendimiento entre las personas y muestra su valor, aun en las circunstancias difíciles que le tocó vivir.»
¿Cómo fue su identificación, y la de Ana, con el judaísmo?
«Ana en realidad no se mostraba muy identificada con el judaísmo, si bien decía su oración todas las noches. Pero los viernes, al anochecer, cuando mi mujer y Dussel se ponían a rezar, ella se mostraba indiferente. Por eso me sorprendió sobremanera leer en su diario esos pensamientos tan profundos sobre el judaísmo, su manera de referirse a su destino y a sus sufrimientos y su firme fe en Dios. En cuanto a mí, yo me crié en una época de asimilación y no tuve una educación judía.
Mis padres no participaban en la vida religiosa en Fráncfort, aunque sí eran miembros de la comunidad y de la logia judía B'nai Brith.Cuando me casé con mi mujer, cuyos padres aplicaban en su casa los preceptos casher y se aferraban a las formas tradicionales, me vi expuesto a una mayor influencia judía, y las circunstancias políticas reforzaron mi espíritu de solidaridad con el ambiente judío. Al regresar de Auschwitz, consideré que era mi deber contribuir a la reconstitución de la congregación judía liberal de Ámsterdam y pasé a integrar la junta directiva.»
Dictadura
¿Se siente identificado con Israel y el zionismo?
«Me siento muy identificado con el Estado de Israel y sigo con sumo interés la evolución del país. Viajé allí cuatro veces. Soy miembro de la asociación zionista de Basilea.»
Alguna vez me ha contado que aborrece cualquier forma de fascismo. ¿Cuál es su posición ante el racismo en Sudáfrica y qué opina de los movimientos de liberación africanos?
«No censuro únicamente el fascismo. Rechazo todas las formas de dictadura. Y el racismo en Sudáfrica va en contra de todos los derechos de las personas. Sobre los movimientos de liberación africanos tengo una opinión matizada. Es imposible medirlos a todos con el mismo rasero. En cualquier caso, desapruebo sus métodos de violencia y terror.»
¿Considera que el resurgimiento del nacionalsocialismo en Alemania constituye un peligro o cree que no es lo suficientemente vigoroso como para serlo?
«Es cierto que el resurgimiento del nacionalsocialismo en Alemania todavía es discreto, pero es agresivo. El gobierno alemán no hace lo suficiente para combatirlo y reprime más activamente los movimientos de izquierda. En las últimas elecciones, el nacionalsocialismo tuvo muy escasas probabilidades de vencer, y por eso no lo considero peligroso por el momento. Tampoco puede compararse el gobierno actual con el de la República de Weimar, e incluso la situación económica es mucho mejor que entonces.»
¿De dónde saca la fuerza y la esperanza para ponerse en camino una y otra vez?
«Seguramente, uno de los motivos será mi actitud optimista ante la vida. Tal vez eso sea un elemento judío en mí. Soy de la opinión de que no podemos estar pensando siempre en unos hechos que ya no pueden revertirse, si bien, naturalmente, el pasado vive dentro de mí con gran fuerza. Estoy convencido de que hay que ayudar a intervenir allí donde algo se puede cambiar. El prójimo siempre ha cumplido un papel importante para mí.»
Influencia
Dice usted que el Diario de Ana es un testamento. ¿Qué es lo que más lo ha impactado a usted personalmente y dónde reside, en su opinión, su atractivo para los jóvenes?
«Al diario de Ana lo veo como su testamento y trato de obrar en función del espíritu de sus ideas e ideales, ya que ella misma ya no puede hacerlo. Mi mujer es un gran apoyo para mí y me ofrece toda su ayuda. Lo que más me impactó de la lectura del libro de Ana fue mi desconocimiento de su parte más íntima. A pesar del buen entendimiento que teníamos, nunca me reveló sus sentimientos y pensamientos más profundos. Eso es algo que a menudo señalo a los padres que me escriben y que no entienden a sus hijos.Por lo demás, existen muchos motivos por los que el libro de Ana impresiona mucho a los jóvenes. Sobre todo las adolescentes se identifican con ella, porque experimentan problemas similares. El valor y optimismo de Ana se convierten entonces en un gran apoyo y ejemplo. Muchos comparan la vida libre y despreocupada que llevan con la situación que le tocó vivir a Ana y sacan de ello la conclusión de que tienen la obligación de hacer algo útil en la vida. En muchos casos, la elección de una profesión determinada se ha originado en ese pensamiento. Otros jóvenes que tenían una visión pesimista de la vida recobraron el ánimo a raíz de la confianza de Ana en la bondad subyacente de las personas. No son más que algunos ejemplos.»
En junio del año que viene se cumplen cincuenta años del nacimiento de su hija. Su diario y la labor que usted desempeña parecen no dejar mucho rastro. ¿O me equivoco?
«No estoy de acuerdo con usted en que el diario de Ana y mi labor no parecen dejar mucho rastro. Todos los días sigo recibiendo cartas y otras manifestaciones de interés. Sería mucho pedir esperar que el diario cambiara el mundo. Pero es un hecho que influye en un enorme número de personas. La exposición en Japón (celebrada este verano y visitada por más de 300.000 personas en unas pocas semanas) y el número siempre creciente de visitantes de la casa de atrás en Ámsterdam, son una prueba de que el mensaje contenido en el diario sigue difundiéndose. Incluso el odio de los nazis hacia el diario es una señal de que temen la influencia que pueda tener entre los jóvenes.»
La entrevista es de la página oficial de Ana Frank y la biografía redactada por mí.
1 comentarios:
¡muy interesante!
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